Me llega este dibujo, el cual me inclina a reflexionar; es de un niño de 8 años, y lograr la necesidad de inventar un ROBOT, para que limpie la basura de los mares, significa necesariamente, que si él percibe los mares contaminados, es porque el problema debe ser serio.
Y lo bautiza excelente, muy ad hoc y bien propio con el nombre de “AMABLE”.
Los océanos en su magnificiencia, el hombre llegó a pensar que su inmensidad es tan grande, que jamás podría llegar a lastimarlo con un poco de basura de cada barco y arrojada por la borda.
Hoy en día el plástico puede flotar por años. Los peces y mamíferos marinos los confunden con alimentos y quedan atrapados en cuerdas de plástico, redes, bolsas y otros artículos, e incluso en algo tan insignificante en apariencia, pero que vulnera el sentido común, como los aros de plástico utilizados para sujetar las latas de cerveza o de refrescos: es un sobrante que lastima la vida del mar.
Las playas sin control, con gente en las orillas – dejan su basura, de pescadores que simplemente tiran la basura por descuido o negligencia o ciudades que vierten sus basuras a los ríos o al mar. Basura que proviene de buques y que a su conveniencia la expulsan al agua, en lugar de eliminarla en los puertos.
Se reclama una sensibilización de respeto hacia los mares, degradar residuos es un proceso que puede llevar años.
P.D. Olivia, me comenta, –“Ojalá le haya puesto sensores a mi amigo El Robotito AMABLE, para que no atrape pececitos, solo basura”.